📗 Conductas. El mejor reforzador (II)
Los reforzadores positivos y negativos para incrementar una acción - Educlaustro #205
¡Hey! 👋 Soy Isaac Guerrero.
Esto es el Educlaustro, una publicación sobre educación, aprendizaje y práctica educativa leída por más de 3.100 docentes cada semana.
¡Buenos días, profe! 👋 ¿Qué tal?
La semana pasada -en la Edición 204- abordamos el tema del aprendizaje. Más específicamente, el aprendizaje por asociación en el que entendimos las diferencias entre el condicionamiento clásico y operante.
Por si no la leíste te la dejo por aquí:
Dos aspectos clave que dejamos “en el aire” fueron los reforzadores y castigos que, como pudimos intuir en la edición del domingo anterior, están presentes en el día a día de nuestra aula y los utilizamos para intentar ayudar al alumnado a desarrollar las conducta deseadas.
¡Vamos al lío!
PD: No pensaba que esta edición me fuese a quedar tan larga, por lo que el tema de los castigos lo dejaremos para la próxima semana. Con ella, ya sí que sí, completaremos esta “mini-serie” dedicada a la conducta.
Reforzadores
Recupero un extracto de la edición de la semana pasada:
[…] es importante destacar que el elemento esencial del aprendizaje por asociación es el reforzamiento, entendido como todo aquel hecho que aumente la probabilidad de que una respuesta se vuelva a presentar.
Y para entender qué es un reforzador debemos hacer una aclaración: Reforzador no es sinónimo de premio. Cuando utilizamos la palabra “premio” normalmente nos referimos a un reconocimiento en general, que no tiene por qué estar relacionado con una conducta en específico. Tampoco tiene por qué buscar su repetición.
Un reforzador, en contra, siempre está ligado a una conducta y busca incrementarla (o a veces también disminuirla o extinguirla).
Podemos distinguir dos tipos de reforzadores:
Primarios -biológicos-: ponen fin a un malestar o satisfacen una necesidad vital. Por ejemplo, alimentarnos, beber agua, dormir, etc.
Secundarios. Son altamente subjetivos. Lo que podría servir para una persona puede no ser tan útil para otra. En esta categoría podríamos añadir el dinero, la atención, los halagos, la aprobación, el éxito (que también es muy subjetivo), el afecto o las calificaciones.
Los actos que son reforzados tienden a ser repetidos.
Mazur (2006)
Una pequeña pausa.
Recuerdo cuando Akira, mi perra, llegó a casa. Era pequeña y ni mis hermanos ni yo, tampoco mi madre o mi padre, habíamos tenido experiencias previas adiestrando a un cachorro.
Llamamos a mi tío Tonin. Entró por la puerta y se quedó observando lo que hacíamos. Con mucha alegría le mostramos cómo Akira nos daba la pata, se sentaba o se tumbaba a nuestra orden. Tras un buen rato mostrándole todos los trucos me levanté del suelo y le dije a mi tío: “Ves, es súper lista. No hemos tardado demasiado en enseñarle todo esto. Le voy a dar un premio (ahora sabemos que se llama reforzador) por lo bien que lo ha hecho”.
Tonin, sin levantarse de la silla, y sin mostrar un ápice de ilusión o fascinación, me dijo: “Yo de ti me lo ahorraría. Ya no sirve para nada”. Me quedé asombrado. No lo terminaba de entender. Si la perra lo había hecho tan bien, ¿por qué no podía reforzar esa conducta dándole un huesito? Y le pregunté.
Ahí me explicó que si el reforzador no se ofrece en los 5 segundos siguientes de haber hecho la conducta deseada no sirve para nada. Y aprendí la lección. No es tanto en los 5 segundos siguiente pero sí inmediatamente después.
Si ofrecemos un reforzador varios minutos u horas después de haber hecho la conducta deseada su efecto se verá reducido. O en el peor de los casos, anulado. El reforzador debe darse lo más inmediatamente posible.
Sigamos. Ahora veremos que los reforzadores no siempre son positivos; también pueden ser negativos. Recuerda que la palabra negativo, en este caso significa que resta. O evita. Para. O también elimina.
Cuando hablamos de un estímulo negativo es que reducimos o eliminamos un “dolor”. Un estímulo adverso.
Profundicemos en cada uno de ellos.
Reforzamiento positivo
Este es simple. Para que lo entendamos un reforzador positivo es todo aquello que damos y es placentero para la persona (recuerda que los reforzadores son subjetivos) tras haber realizado una conducta.
Ejemplo: Un alumno lee un libro (conducta) y, al terminarlo, le regalamos un marcapáginas de sus dibujos favoritos (reforzador positivo).
Otro, por si todavía no ha quedado claro: Una alumna presenta un muy buen trabajo (conducta) y le felicitamos y ofrecemos toda nuestra atención subrayando lo bien que lo ha hecho (reforzador positivo).
Si recuerdas la edición de la semana pasada, comentábamos que, en el condicionamiento operante, el aprendizaje sucedía tras las consecuencias de la respuesta. En estos casos nuestros alumnos en cuestión pensarían algo tipo: “Si haciendo esto he obtenido esto tan bueno, voy a volver a hacerlo para volver a sentir esta sensación de orgullo y felicidad”. Uno por algo material, la otra por algo intangible.
¡Ah! Aunque esto puede ser algo obvio, es importante recordarlo: El reforzador debe ser dependiente de la conducta. Es decir, sin la primera no existe el segundo.
No le hagas caso… O hazle mucho.
Cuando mi hermano pequeño se portaba, digamos, menos bien mi madre siempre me decía la misma frase: “No le hagas caso. Cuanto más le digas más lo va a hacer”. Muchos años después, quizá sin mi madre saberlo, me he dado cuenta de la gran lección que escondían esas palabras:
La atención es un reforzador muy muy poderoso.
Ramón Nogueras
Lo vemos a diario en las redes sociales. También en nuestras clases. Nuestra atención puede ser “el mejor” reforzador positivo. En palabras de Dale Carnegie:
Elogiando un logro específico, en lugar de hacer una alabanza generalizada, el elogio se vuelve mucho más significativo
Reforzamiento negativo
Recuerda que cuando hablamos de “negativo” no es que sea malo, sino que elimina o reduce algo. En este caso, el realizar una conducta determinada elimina algo “doloroso”.
Un ejemplo no educativo: Cuando me tomo una pastilla el dolor de cabeza desaparece (refuerzo negativo).
Vamos ahora con uno educativo: Si estoy concentrado y atento durante las clases podré acabar todas las actividades y por la tarde no tendré deberes.
En definitiva -y como ya hemos comentado- la acción elimina un hecho desagradable. Este refuerzo también incrementa las respuestas pero, al contrario que el positivo, este lo hace poniendo fin a algo negativo.
Ejemplos para el aula
La semana que viene terminaremos esta serie temática de la conducta hablando sobre los castigos. En ese mismo correo, el domingo que viene, analizaremos si es más efectivo conseguir la conducta deseada mediante reforzadores o mediante castigos. Abrimos debate en la comunidad de Telegram. ¿Qué pensáis?
Además, veremos algunos ejemplos y contraejemplos (por cierto, muy buena técnica para adquirir el aprendizaje en nuestra aula) sobre el buen uso tanto de los reforzadores como de los castigos.
➕ Reforzadores positivos
Elogios verbales: “Muy buen trabajo”, “Me encanta cómo lo has explicado”.
Gestos positivos: Sonreir, pulgar arriba, aplausos, etc.
Reconocimiento público: “Gracias Isaac por estar ya sentado y preparado”, “Muy bien lo que acabas de hacer María, es fenomenal”.
Stickers, diplomas, tarjetas canjeables por beneficios, etc.
Elección de actividades, canciones, juegos para clase, etc.
Ser el ayudante del día.
Sistema de puntos y recompensas. Economía de fichas.
Sistemas visuales de insignias o niveles.
Personalmente me decanto por todos aquellos que no sean materiales. A mí me funciona muy bien el elogio e intentar fomentar el comportamiento enjambre. Hablaré de ello de forma un poco más detallada el próximo domingo.
➖ Reforzadores negativos
Eliminar los últimos minutos de clase, dejando tiempo libre, si hacen con concentración y atención las tareas propuestas.
Reducir los deberes al hacer las actividades propuestas en clase.
Eliminar la norma de sentarse en los grupos establecidos si se cumplen los requisitos propuestos.
Si toda la clase entrega el proyecto en el día propuesto eliminar las actividades planteadas durante la próxima sesión.
Trabajar de forma concentrada y atenta para reducir las veces que el maestro le llama la atención.
Escribir sin faltas de ortografía y realizar el trabajo con limpieza para evitar hacer el próximo a mano y hacerlo con el ordenador o tablet.
Como veis, son ejemplos tipo que nos pueden ayudar a identificar aquellas situaciones en nuestra clase donde utilizamos este tipo de reforzadores (quizá sin saberlo) para ser más conscientes de ellos.
Tal como he comentado al inicio de esta edición, nos hemos extendido un poco por lo que, para que podamos adquirir bien la información y no nos “empachemos” el tema de los castigos lo abordaremos en la Edición 206.
Te leo entonces.
📚 De dónde aprendemos
Boletín de Ramón Nogueras: “Sesgo de confirmación”. Edición: Por qué pollas haces eso: todo me recuerda a ti
Libro. Como ganar amigos e influir sobre las personas (Dale Carnegie).
Manual. Introducción a la psicología. El acceso a la mente y a la conducta (Dennis Coon y John O. Mitterer)
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