📗 Aprendizaje por asociación: ¿Cómo usarlo en clase? (I)
Bases, ejemplos y estrategias para el aula - Educlaustro #204
¡Hey! 👋 Soy Isaac Guerrero.
Esto es el Educlaustro, una publicación sobre educación, aprendizaje y práctica educativa leída por más de 3.000 docentes cada semana.
¡Buenos días, profe! 👋 ¿Qué tal?
Aprendizaje y conducta son dos conceptos íntimamente relacionados. De hecho, podríamos decir que el aprendizaje no se entiende sin un cambio en la conducta, llevándonos así a esta definición sobre el aprendizaje:
Un cambio de conducta relativamente permanente debido a la experiencia.
Domjan (2006)
Es decir, cuando aprendemos algo nuevo, no solo cambia nuestro cerebro (mediante las conexiones neuronales), sino también nuestra forma de actuar y responder a los estímulos.
En la edición de hoy, gracias a la votación de todas las personas que estamos en la comunidad de Telegram, abordaremos el tema conductual enfocándonos en el aprendizaje por asociación destacando dos de las ramas más conocidas: el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante. Tras ello, veremos la importancia de los reforzadores y castigos, intentando comprender la (gran) repercusión que pueden tener en nuestra aula.
¡Vamos al lío!
🛑 Antes de empezar. Sé que el conductismo puede tener interpretaciones negativas. En este boletín, lo abordaré desde una perspectiva práctica, como base que complementa al cognitivismo, sin entrar en debates polarizados o etiquetas.
Soy consciente de que durante las siguientes líneas nos dejaremos por nombrar procesos complejos internos (memoria, atención, emociones, etc.), pero considero que puede ser relevante el conocimiento de esta -podríamos decir- herramienta para el día a día de nuestras aulas.
Al fin y al cabo la modificación (o el intento) de la conducta -sí, también de la tuya- ocurre todos los días y casi a todas horas. Anuncios, descuentos, “broncas”, enfados, etc. Intentar evitarlos o buscar una respuesta para reforzar nuestro comportamiento puede estar motivado por lo que hoy veremos.
Aprendizaje por asociación
Entendemos por aprendizaje por asociación el cambio de conducta que se da a partir de una relación simple entre un/unos estímulo/s y una/s respuesta/s. Con unos ejemplos lo entendemos mejor.
Veo una araña (estímulo) y salgo corriendo de la habitación (respuesta).
Participo en clase a las preguntas del docente (estímulo) porque así me felicita (respuesta).
Como comentábamos anteriormente, dentro del aprendizaje por asociación podemos diferenciar el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante, en los cuales profundizaremos a continuación.
Antes de seguir es importante destacar que el elemento esencial del aprendizaje por asociación es el reforzamiento, entendido como todo aquel hecho que aumente la probabilidad de que una respuesta se vuelva a presentar. Lo vemos en detalle más adelante.
Condicionamiento clásico
Sería el más simple de todos. En el condicionamiento clásico no aprendemos una nueva conducta, sino que asociamos una que ya teníamos adquirida a un estímulo que, al principio, era neutro porque no provocaba una respuesta.
Vayamos con el ejemplo.
Quizá te suene el experimento que realizó Pavlov con un perro. Normalmente es el que se utiliza para comprender este tipo de condicionamiento.
Como decíamos, en el condicionamiento clásico no aprendemos una conducta. En este caso el perro ya “sabe” salivar, lo hace cuando se le presenta un estímulo como la comida.
¿Cómo vamos a realizar el aprendizaje por asociación y, por tanto, su condicionamiento? Haciendo que un estímulo pase a ser de neutro, es decir, no provocaba ninguna respuesta en el perro, a condicionado (provoque la respuesta esperada).
En el caso del perro, haremos sonar un silbato e inmediatamente le presentaremos la comida, por lo que el perro salivará. Esta acción repetida en suficientes ocasiones hará que el perro termine por asociar el silbido a la comida (aunque esta ya no aparezca) y, por tanto, comience a salivar cuando escucha el pitido.
A los humanos esto no nos afecta… Oh wait!
Quizá estés pensando que esto a nosotros, seres racionales, no nos afecta. Que es muy difícil que condicionen nuestra conducta y respondamos a un estímulo neutro con una conducta aprendida.
En cierto modo, también lo hacemos.
Por ejemplo, de acuerdo con Priluck y Till (2004) los anuncios combinan imágenes que te provocan sentimientos agradables (gente que ríe y se divierte) con frames de sus productos. Un buen ejemplo es Coca-cola. Esto, repetido en el tiempo lo suficiente, puede hacer que nosotros, por asociación, nos sintamos bien con esos productos.
¿Otro ejemplo? Ese/a inspector/a que, en vez de ayudar, solo entra a nuestra clase para pedirnos las programaciones y echarnos la bronca sin ser demasiado didáctico/a. Llegará un momento que los estímulos relacionados con él/ella (su voz, el ruido de pasos, su nombre, etc.) evocarán reacciones negativas. Es decir, nos podremos llegar a sentir mal simplemente sabiendo que viene al colegio.
Esto explica, de acuerdo con Ramón Nogueras, porqué muchos rituales para estudiar “funcionan”. No es el ritual en sí, sino la asociación que hemos hecho entre ese ritual y la respuesta deseada. Cuando repetimos una acción una y otra vez (mantra, ritual, etc.) de modo consistente y, tras ello, siempre realizamos la misma respuesta (activarnos, sentarnos en la silla, encender el flexo, concentrarnos, fijar la atención, etc.), el hecho de hacer el ritual activará esas respuestas esperadas.
Un ejemplo muy visual (y conocido) sería el de Rafa Nadal y todo su ritual antes de realizar un saque. Lo que comenzó como una manía, se convierte en un ritual que -tras la asociación- le prepara para el punto.
Condicionamiento operante
En este, de acuerdo con el psicólogo Ramón Nogueras, sí que aprendemos nuevas conductas. En este aspecto nos referimos a aprendizaje de nuevas conductas como la adquisición de una nueva acción, la eliminación de una conducta no deseada o la modificación de una respuesta.
El aprendizaje en el condicionamiento operante sucede tras las consecuencias de la respuesta, la cual puede ser un reforzador, un castigo o nada.
Vayamos con otro ejemplo.
Otro de los clásicos. Aunque el experimento era algo más complejo intentaré explicarlo de forma breve y simple para que nos podamos hacer una idea.
Skinner metió una rata en una caja como la que vemos en la imagen. En ella, añadió una palanca que, cuando la rata tocaba, encendía una luz y se emitía un sonido seguido de la aparición de comida.
Al inicio siempre que la rata presionaba el pulsador (conducta) obtenía comida (reforzador positivo). Esto hizo que esa conducta se llevase a cabo de forma recurrente.
Luego lo que hizo fue electrificar el suelo de la caja, por lo que la rata recibía descargas eléctricas. Cuando pulsaba la palanca las descargas paraban (reforzador negativo). Pronto aprendió, de nuevo, a repetir esta conducta.
Este experimento, aunque polémico hoy en día, nos ayuda a entender cómo las consecuencias de una acción pueden moldear la conducta.
Como podemos observar, y tal como comentábamos al principio, la respuesta que se da tras la acción es lo que condiciona el aprendizaje en este caso. Y, sí, esto está presente en el día a día de nuestras aulas. Un ejemplo:
El niño que hace los deberes (conducta) porque así el docente le felicita y le presta atención (refuerzo positivo).
Otro ejemplo. El docente pone una fecha límite para entregar un trabajo y dice que, quien no lo tenga para esa fecha, tendrá que hacer otro trabajo extra. Los estudiantes entregan el trabajo en la fecha acordada (conducta) porque quieren evitar el “dolor” de hacer un trabajo extra (refuerzo negativo).
Quizá la palabra positivo y negativo en los refuerzos sea algo confusa. Lo veremos con más detalle para intentar no confundir el refuerzo negativo con el castigo.
El moldeamiento
Y claro, llegados a este punto puedes pensar: Si tengo que esperar a que mi alumnado realice la conducta esperada por sí mismo se me pasa todo el curso.
Puedes estar en lo cierto. Podemos ser más efectivos haciendo que la respuesta esperada aparezca y, a partir de ahí, ayudar al alumno/a a modificarla hasta llegar a la esperada. Para ello es esencial el moldeamiento.
Mostrar al alumnado la conducta esperada mediante nuestro ejemplo les puede ayudar a realizarla de forma más rápida y efectiva.
Además, al principio, no tenemos por que reforzar solo la respuesta deseada, sino que cualquier acercamiento y avance hacia ella deberíamos reforzarlo para que esas conductas se vayan repitiendo más a menudo.
Por ejemplo, si queremos que un estudiante participe más en clase, podemos empezar reforzando cualquier intento de intervención, aunque sea breve, y luego gradualmente exigir contribuciones más sustanciales.
Clásico vs. Operante

En la tabla anterior podemos ver algunas de las grandes diferencias entre el condicionamiento clásico y el operante. De entre esas diferencias destacaría:
El condicionamiento clásico es pasivo -respuestas involuntarias-, mientras que el operante es activo -respuesta voluntaria-.
El condicionamiento clásico no sirve para adquirir conductas nuevas, solo para que aparezcan las que ya existían. En el operante podemos desarrollar conductas que no estaban.
En el condicionamiento clásico si aparece el estímulo siempre aparece la respuesta. En el operante no. La probabilidad de que aparezca la respuesta adecuada es modificada por las consecuencias (reforzadores y castigos).
Aunque pienso que el conocimiento de ambos es clave para entender un poco mejor nuestras conductas (y también la de nuestro alumnado), creo que -entre estos dos- el más útil para nosotros en el aula es el condicionamiento operante, que nos hará más fácil el moldeamiento de la conducta del alumnado para ayudarles a conseguir la que pensamos que es mejor para su desarrollo.
¿Es el condicionamiento operante útil en nuestro día a día del aula? ¿Has utilizado el condicionamiento operante en tu aula? ¿Qué resultados has observado? ¡Compártelo en la comunidad de Telegram!
Como esta edición ha quedado bastante extensa abordaremos el tema de los reforzadores y castigos el próximo domingo.
Te leo entonces.
📚 De dónde aprendemos
Boletín de Ramón Nogueras: “Sesgo de confirmación”. Edición: Por qué pollas haces eso: todo me recuerda a ti
Libro. Como ganar amigos e influir sobre las personas (Dale Carnegie).
Manual. Introducción a la psicología. El acceso a la mente y a la conducta (Dennis Coon y John O. Mitterer)
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